El contexto

Los resultados del informe PISA 2014, determinan que Chile se encuentra bajo el promedio de la OCDE en cuanto a la creatividad de los jóvenes al momento de resolver problemas. En los países y economías que figuran en los primeros puestos del ranking en este ítem, los estudiantes no sólo aprenden el currículum requerido, sino también, saben transformar problemas de la vida real en oportunidades de aprendizaje, encontrando soluciones creativas y usando deliberadamente sus habilidades de razonamiento más allá del contexto puramente escolar.

La capacidad creativa resulta crucial para el desarrollo del ser humano y diversas investigaciones han evidenciado su correlación con los niveles educativos, de bienestar social y salud mental, como asimismo, su falta de planificación en el currículum escolar en el país.

Según el Índice Mundial de la Creatividad, Chile está por debajo de otros países de Latinoamérica en esta materia, como Argentina, Costa Rica, Nicaragua, Brasil y Uruguay. Asimismo, el Ranking Mundial de la Innovación, ubica a Chile en el 40% superior (46° entre 143 países); sin embargo, al desagregar categorías, a nivel de bienes y servicios creativos, su posición baja ostensiblemente (103° lugar).

A su vez, nuestro país ha atravesado importantes procesos de transformación cultural en las últimas dos décadas. En los recientes informes de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aparece como uno de los principales desafíos culturales para los chilenos, el desarrollo de una imagen sobre sí mismos. Por otra parte, cuando se consulta sobre la forma de hacer las cosas en el país, el principal problema declarado es “que faltan buenas ideas” y “que aunque hay buenas ideas, no sabemos llevarlas a la práctica”. Por eso el Informe concluye: “cambiar la manera de hacer las cosas es hoy el desafío de Chile”.

En ese sentido, el Doctor Humberto Maturana señala que la responsabilidad que le cabe a los adultos es posibilitar las condiciones y oportunidades para el despliegue de la imaginación y la creatividad de niñas, niños y jóvenes, quienes tomarán las riendas de Chile en el futuro, por lo tanto, “el futuro de la Humanidad no son los niños y niñas sino que los adultos con quienes ellos y ellas conviven”, dice.

Adquieren relevancia por tanto, los datos arrojados por el tercer estudio regional comparativo y explicativo de la calidad en la educación TERCE (2013), donde queda demostrada la relación positiva entre el compromiso del educador y el aprendizaje de niñas y niños, así como el buen clima escolar que pueda existir en un establecimiento educacional.

Es por todo esto que Cecrea, tal como subraya la Convención sobre los Derechos del niño, promueve que niños, niñas y jóvenes ejerzan su rol ciudadano como sujetos de derecho y decidan respecto a lo que les concierne y cómo sucederá en este espacio.

El Programa es una “oportunidad para el desarrollo de las capacidades creativas en un espacio de colaboración y aprendizaje mutuo” (Modelo Educativo Cecrea, 2016, página 3), cuyo propósito es potenciar, facilitar y desarrollar el derecho a imaginar y crear de niños, niñas y jóvenes (NNJ) a través de procesos creativos de aprendizaje que convergen en las artes, las ciencias, las tecnologías y la sustentabilidad.

Resulta relevante la Convención de los Derechos del Niño (1989), para el modelo Cecrea, ya que esta permite articular una nueva forma de ver y relacionarse con los niños y niñas tanto a nivel individual, como grupal y social de manera institucionalizada, ya que cambia su figura normativa, pasando de ser un “objeto” de protección para convertirse en “sujeto titular” de derechos a ejercer. Establece cuatro principios generales, la no discriminación (art. 2), el interés superior del niño (art. 3), el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo (art. 6) y el derecho a expresar su opinión y que se le tenga debidamente en cuenta (art. 12).

Los espacios de participación ciudadana de niños, niñas y jóvenes, deben ser tendientes a consolidar la democracia, es en el espacio local donde ellos/as desarrollan gran parte de su actuar (familia, escuela, barrio) social y afectivo, siendo un lugar de vinculación por excelencia.

En esta línea el Programa Cecrea se hace responsable de ser una respuesta efectiva y concreta de espacio de participación infantil desde lo local, con incidencia real y efectiva de los NNJ, articulado con una política nacional.