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Destacando la excelente comunicación y sintonía con la Ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio Consuelo Valdés y el subsecretario Juan Carlos Silva, el artista y destacado gestor cultural Claudio di Girolamo habla de su nueva aventura: asesorar al Ministerio en materia de educación artística y, en específico, a los Centros de Creación (Cecrea).
Con esta misión llegó por dos días a Valdivia, tiempo durante el cual sostuvo un conversatorio con la comunidad creativa y agentes del mundo educacional, a quienes habló sobre el proyecto Cecrea y los llamó a estar preparados para acoger, apoyar y comprometerse con este programa, lo que, dijo, es esencial para lograr buenos resultados. Asimismo, ofreció una capacitación al equipo de facilitadores y facilitadoras que estará encargado de llevar adelante los laboratorios de este año.
El asesor cultural llegó también hasta la ex estación de trenes de Valdivia para conocer las obras que el Ministerio de las Culturas ejecuta en el histórico lugar para instalar allí al Cecrea Valdivia, un espacio que abarcará una superficie total de 4 mil 600 metros cuadrados y una inversión pública que supera los 2 mil 600 millones de pesos, destinada a ofrecer experiencias culturales a niños, niñas y jóvenes de 7 a 19 años y con una capacidad máxima de atención simultánea de 220 usuarios.
Acompañado en el recorrido por la seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio Catherine Hugó, la jefa de la Unidad de Proyectos de la Dirección de Arquitectura del MOP Leyla Sade y el inspector fiscal de la obra Gabriel Muñoz, di Girolamo conoció cada uno de los espacios de la infraestructura y destacó el rescate de piezas originales, en especial, aquellas alusivas al patrimonio ferroviario.
Sin miedo a las tecnologías
Claudio di Girolamo habla de una excesiva escolarización, donde muchas veces el aula se convertiría en una especie de cárcel para los estudiantes, con profesores temerosos de la ventaja con que correrían hoy las tecnologías. Entre anécdotas de nietos y bisnietos y las muchas experiencias que ha podido conocer en su extensa carrera, el artista llama a perder el miedo. “Hoy todas las respuestas están en internet y los profes se meten también porque piensan que esta cosa tiene mucho más conocimiento que ellos, pero esto es abstracto, no es el saber. Aquí no encuentran los valores ni el uso ético de los conocimientos, que eso es la sabiduría, no usar el conocimiento solo para mi provecho, sino para la sociedad toda, para hacerla más equitativa, justa y amable y respetando la única casa que tenemos, que es nuestra Tierra”, señala.
“Esto puede ser un giro muy importante para la humanidad, no le tengamos miedo a que los niños estén todo el rato en las pantallas”, lanza.
Lo anterior está íntimamente relacionado con la idea de instalar en Cecrea sus laboratorios culturales, donde, explica, los niños deciden lo que quieren aprender y cómo quieren hacerlo. “Los niños disciernen. Lo que creemos que es fruto de vivir mucho tiempo, los niños, con las nuevas tecnologías, ya lo tienen. Porque si ellos eligen una cosa en vez de otra, es porque tienen un discernimiento determinado. Lo que tenemos que hacer es entender cómo disciernen los niños y la única forma de aprenderlo, como dice Edgar Morin, es entender la máquina con el motor andando. Nosotros tenemos que entender esta nueva sociedad funcionando”, afirma.
El aporte de la infancia
Algo que es vital para el gestor cultural es la necesidad de destrabar la curiosidad y recuperar el sentido original de exploración que tienen los niños. “Hoy día decimos a los niños que el misterio o lo desconocido es peligroso, que no debe confiar en nadie, pero así le amargamos la vida desde chico. Por eso quisiera que Cecrea fuese una instancia liberadora de los niños”, sostiene.
A di Girolamo le gusta hablar de laboratorios, concepto inserto en la metodología de Cecrea. “En el taller, quien dirige debe decir qué va a hacer, cuánto va a durar y el estudiante solo debe apuntar. En el laboratorio todos somos iguales y todo se basa precisamente en el trayecto, el proceso, el ensayo y el error. Por lo demás, los errores son los que más enseñan y no podemos seguir satanizándolos o decir que si te equivocas, de castigo te pongo un uno”, dice.
“El debate también es muy importante y por eso en los laboratorios hay escuchas creativas, donde los niños se juntan para proponer lo quieren hacer”, comenta.
“En Cecrea no se trata de tener ocupados a los niños ocho horas más, para que no se metan con la droga o anden en las calles. Se trata de tomar en cuenta a los niños porque pueden ser verdaderos prosumidores de cultura, como dice Albert Toffler, todos somos al mismo tiempo productores y consumidores de cultura. Pero ¿quién toma al niño en cuenta como ciudadanía cultural, que puede, con sus capacidades creativas, aportar en calidad y cantidad a la cultura de Chile, desde la más tierna infancia?”, se pregunta.
Pero hay algo que para di Girolamo es claro y es que lograr estos cambios y hacer realmente una política cultural, debe ser una cuestión de Estado y no de gobierno. “Yo ya tengo 90 años, no puedo esperar cuatro años más para entregar esto a los niños, da lo mismo del sector que sea. De hecho, nunca me he entendido mejor que con esta ministra y este subsecretario, porque hablan el mismo idioma. Pero esto es muy lento. Qué cuatro años, quizás serán 10, 20, 50 años, hasta ver los resultados”, concluye.