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Durante 2016, realizamos en Cecrea nueve Escuchas Creativas de Apropiación por el país, hito uno de instalación del programa en el territorio. Antes de terminar el año decidimos reflexionar sobre un proceso que busca promover la participación de niños, niñas y jóvenes, en un contexto nacional donde participar no es un ejercicio permanente.
Por Teresita Calvo (Coordinadora Nacional de Participación programa Cecrea)
Participar es un músculo que necesita de entrenamiento constante para su fortalecimiento. La Escucha Creativa como metodología de Cecrea que promueve la participación, es sólo una parte de la tarea, pero construir una “ciudadanía creativa”, es decir, niños, niñas y adolescentes protagonistas, empoderados, con opinión crítica y deseos de incidir en su espacio, es un proceso largo, que requiere acciones continuas, comprensión del contexto y de los tiempos en los que se van generando los cambios.
Un proceso participativo debiera ser un ejercicio de derechos voluntario: yo elijo participar y dar mi opinión; yo quiero ser escuchado y que se me tome en cuenta. No obstante, la participación se educa. En un país con bajos índices de participación, sin educación cívica, y donde los niños y niñas no tienen la posibilidad de incidir en las políticas públicas, o su incidencia ha sido muy limitada y específica, es muy difícil aspirar a priori a procesos participativos con convocatorias abiertas y voluntarias.
Entonces, decidimos convocar a estudiantes de distintos establecimientos educacionales (municipales, subvencionados y particulares) y los invitamos a opinar. Dijeron verbalmente, se expresaron con el cuerpo, con una canción, con un movimiento, con una representación, o con la herramienta que eligieran. A veces, dijeron lo que pensaban que queríamos escuchar, otros agradecieron o simplemente nos criticaron abiertamente, muchos imaginaron ideas fantásticas, propusieron o soñaron. Algunos decidieron guardar silencio, se restaron de la actividad, o se aburrieron. Pero la gran mayoría de los 525 niños, niñas y jóvenes que participaron de las Escuchas Creativas de Apropiación 2016, en nueve regiones del país, decidieron ejercer su derecho a expresarse y opinar.
¿Qué hicimos y qué haremos con todo eso escuchado? Ese es nuestro gran desafío. Promover la participación requiere que los actores del proceso perciban que su opinión fue considerada. No basta sólo con escuchar, sino además hacer el ejercicio de vincular las opiniones de los niños, niñas y jóvenes con la planificación de cada Cecrea. Que lo dicho sirva de inspiración, se tome en cuenta y guíe permanentemente la vida de un Centro de Creación. Y en eso estamos.
Para lograrlo, necesitamos primero cambiar el swich; es decir, comenzar a valorar y validar a los niños, niñas y jóvenes como actores sociales, capaces de opinar y decidir sobre los temas que les competen. Los adultos son quienes primero deben fomentar el proceso de confianza de los niños, su empoderamiento, y su voluntad por participar.
El desafío luego, pasa por perfeccionar las distintas etapas y productos que emergen del proceso. En cuanto a las metodologías, que promuevan el desbloqueo creativo y que motiven tanto a niñ@s, como a jóvenes. En este sentido, el desafío es innovar y pensar en metodologías que interpelen a los participantes desde sus contextos, prácticas y modos de comunicación. Además, que logren la convergencia entre las artes, ciencias, tecnologías y sustentabilidad, para que así no sea sólo el arte, y sus modos escolares de hacer, los que tengan la misión de preguntar y escuchar.
Asimismo, que las metodologías pongan en práctica el “modo Cecrea”; es decir, privilegiar el hacer colectivo, la experimentación, la pedagogía de la pregunta, el co-diseño y el juego. Los y las facilitadoras necesitan adaptar sus prácticas al modelo, y disponerse, en mente, cuerpo y emoción a escuchar profundamente, comprendiendo los diversos modos de expresión de niños, niñas y jóvenes, donde el silencio también comunica.
Es de vital importancia además para el proceso, la sistematización de lo escuchado. El desafío entonces, está en perfeccionar los informes, facilitando su ejecución y generando un dispositivo de fácil y ágil lectura para niñ@s, jóvenes y adultos. Ojalá interactivo, con un diseño y una gráfica atractiva, pues es muy relevante la difusión de estos resultados. Las transformaciones se van generando en la medida que la palabra de los grupos sociales invisibles tiene un lugar en el espacio público.
Por otra parte, el proceso de Escuchas requiere de una devolución. Generar instancias creativas, donde se compartan los resultados, se valide lo dicho y así se enriquezcan las ideas, es el gran desafío. Conocer qué se dijo y cómo fue interpretado por los sistematizadores es también un derecho de los niños, niñas y jóvenes. La responsabilidad de los adultos es saber comunicar estos resultados y aprovechar la instancia para promover la profundización de lo dicho.
La devolución además, debiera ser un momento para hacerse cargo y comprometerse como comunidad con el desarrollo del programa. No es el Estado el que solamente asume el compromiso, son también los niños y las niñas, los jóvenes y los adultos, quienes deciden poner de su parte para que Cecrea siga creciendo.
Así, este proceso circular, se vuelve un continuo acción-reflexión-acción, donde las Escuchas Creativas de Apropiación son sólo el primer hito de un sistema de participación que es y debe ser permanente en Cecrea. Sólo a partir de un “entrenamiento constante” se logrará fortalecer este músculo y así contribuir a la construcción de un Estado más democrático, donde la participación de los niños y niñas en las políticas públicas sea una norma y no una excepción.