Fecha publicación: 12 de junio 2017
Categorías: Cecrea Los Ángeles, Escuchas Creativas
El corazón de Cecrea está en su sistema de participación permanente, pues buscamos que el programa se desarrolle a partir de las visiones, inquietudes e intereses de sus protagonistas. Su metodología principal es la Escucha Creativa, encuentro de niños, niñas y jóvenes (NNJ) que busca promover su participación activa, a través de estrategias de consulta lúdicas y creativas que posibilitan una constante retroalimentación de información para la toma de decisiones en cada Cecrea. Las Escuchas ponen de manifiesto el derecho de NNJ a participar y ser escuchados.
Cada Escucha dura tres horas. Para su realización se reúne a un equipo de tres adultos facilitadores, quienes guían las actividades, y hacen las preguntas para levantar la información que requiere el proceso. Además, participan tres observadores, encargados de registrar lo dicho y expresado por los niños, niñas y jóvenes para luego sistematizarlo en un reporte de resultados.
La primera Escucha Creativa que realizamos en cada Cecrea este 2019 estuvo vinculada con la temática de la Semana de la Educación Artística (SEA): “Arte y naturaleza, conciencia en acción”.
Promover el pensamiento crítico y creativo sobre la experiencia de los niños, niñas y jóvenes como seres constitutivos y habitantes de la naturaleza, propiciando la problematización, toma de conciencia y acción social en torno al impacto de las acciones humanas en el medio ambiente.
La Escucha se realizó el sábado 4 de mayo de 2019 en el Instituto Virginio Gómez de Los Ángeles. Participaron 16 niños, niñas y jóvenes de entre 7 y 19 años, de los cuales 9 eran hombres y 7 mujeres.
Cada Escucha Creativa tiene tres fases metodológicas: recepción – maestranza/taller – consejo. No obstante, es una estructura flexible, que cada región adapta a su realidad, donde lo fundamental es resguardar los derechos de niños, niñas y jóvenes, entre ellos: ser escuchados, expresarse libremente, participar de las decisiones que les afectan, jugar, y ser informados.
Para conocer en detalle la metodología diseñada para la primera Escucha Creativa de Cecrea en cada región, puedes descargar la planificación aquí.
Primer Momento: Recepción
Luego que los niños, niñas y jóvenes se inscribieran en una lista, los/as invitamos a responder la pregunta “¿Cómo me siento hoy?”, a través de stickers de emoticones que buscaban representar su estado anímico. Los y las participantes seleccionaron uno según su emoción, repitiéndose principalmente caras felices y entusiastas.
Luego, los/as invitamos a participar de un recorrido sensorial para conectarse con la naturaleza, temática principal de la Escucha. En el espacio habría tres stands: «Obsérvame y huéleme» (hojas, ramas, flores, hierbas aromáticas, plantas, gusanos), «Pruébame» (piñones, castañas, miel e infusiones de hierbas) y «Tócame» (piedras, hojas, carbón). Primero, ante el dispositivo “Obsérvame y huéleme” se escucharon diversas expresiones:
“Uy, qué asco” (por los gusanos)
“Sé de algunas porque mi abuelita prepara»
«Hay algo mojado, me da cosita»
«Um, voy a investigar»
Los y las participantes trataron de identificar las hierbas presentes en los dispositivos. Lo que más nombraban (errada o acertadamente) era: ruda, menta y romero. Además, estaba el dispositivo “Pruébame”, que fue el que causó mayor atención por parte de los niños, niñas y jóvenes:
“Mmm, qué rico”
“Me gusta la miel”
«Me gustan los piñones»
Por último, el dispositivo “Tócame”, para el que tuvieron que vendarse los ojos. Se percibieron reacciones de nerviosismo, risas y asombro. No todos/as se atrevieron a participar. En su mayoría reconocieron los elementos dispuestos, sin embargo, el carbón muchas veces fue confundido con una rama o «palo».
Cabe destacar que los y las más pequeños fueron más participativas. Los y las jóvenes tendían a aislarse más y a conversar entre ellos/as.
Al final del recorrido los/as participantes se encontraron con una pizarra que tenía las siguientes preguntas guías: “¿Qué sentías?” y ¿a qué te recuerda?” Algunos NNJ escribieron sensaciones de texturas “áspero”, “algo mojado”, o impresiones generales. También en el espacio había un papelógrafo con forma de nube con la pregunta principal de la Escucha: «¿Qué hemos hecho los seres humanos con la naturaleza?» Alguno tomaron post it y escribieron:
«Destruir, sobreexplotar los recursos naturales»
«Dañarla de tal manera que no hay vuelta atrás»
«La hemos cuidado y descuidado»
Antes de dividirse por grupos se explicó el sentido de la Escucha y los objetivos. Además, se realizaron dinámicas de activación donde los y las participantes en general participaron con timidez. La primera requirió mantener la atención de cada participante, pues, en círculo, se lanzaban una pelota imaginaria con un sonido. La actividad se desarrolló en calma, pero también con energía. Se observaban muchas caras contentas.
La segunda dinámica implicaba moverse por la sala y comportarse de la manera que indicaba la facilitadora (por ejemplo: mono, caracol, en la luna, zombie). Aunque no todos/as quisieron participar, la mayoría lo hizo con entusiasmo, expresándose desde la corporalidad, apoyados por sonidos realizados con la voz, sin verse afectados por la observación del resto. Se cerró esta etapa con un aplauso para todos y todas, y se continuó con la Escucha.
Segundo Momento: Maestranzas
La división del grupo se hizo por edades: el primero de 7 a 8, el segundo de 9 a 10 y el tercero de 11 y más años.
Luego de una dinámica de presentación, la facilitadora del primer grupo armó un círculo de sillas al medio de la sala y luego el grupo leyó la pregunta que estaba escrita en un papelógrafo en la pizarra: “¿Qué hemos hecho los seres humanos con la naturaleza?”. Una niña espontáneamente respondió que la han contaminado y descontaminado (no se generó mayor reflexión). Dos niñas sólo observaban y escuchaban mientras los demás opinaban. Otros tres niños tenían más iniciativa y opinaban todo el tiempo. Un niño recordó un cóndor en un zoológico al que describió como desesperado por el encierro, eso dio paso a una reflexión crítica hacia los zoológicos. Una niña dijo que los animales no deberían estar en un zoológico porque eso los hace tristes y los separa de sus familias. A veces algunos niños y niñas hablaban de otros países como ejemplos negativos (como China), pero la facilitadora intentaba que se enfocaran en el territorio local; sin embargo no se logró esa conexión. Una niña levantó la mano y dijo:
“Es como la vida al revés, si los animales nos encerraran…”
Luego la facilitadora los/as invitó a ver el cortometraje de animación “La abuela grillo”, que habla sobre el derecho al agua y el mal uso de los recursos naturales. Una niña reconoció el video y dijo: “¡me encanta este video!”. Los/as niños/as observaban atentamente. Algunos/as en ciertos momentos del cortometraje estaban con caras de tristeza o preocupación por lo que pasaba en la historia.
La facilitadora preguntó: “¿ustedes creen que esta realidad es lejana o cercana?”. La mayoría respondió que era lejana, pero una niña no estuvo de acuerdo: “porque no cuidamos el agua”. A partir de esa respuesta un niño comenzó a dar ejemplos de cómo los humanos no cuidábamos el agua: “ensuciándola”, “no cerrando las llaves”.
Cuando terminó la conversación la facilitadora los/as invitó a reflexionar sobre la actividad sensorial del comienzo de la Escucha, con la intención de indagar en la relación de los niños y niñas con la naturaleza. “¿Qué sintieron al interactuar con los objetos de la entrada?”, preguntó. Una niña dijo que le dio “cosa” tocar el contenido de la caja, que “era una hoja suavecita y mojada” . Cada niño/a levantaba la mano para hablar, respetando el turno de los/as demás. “Lo que más me gustó fue la comida y lo que menos me gustó fue la caja porque habían piedras y agua”.
El encontrarse con distintas texturas fue algo incómodo para algunos/as. Una niña dijo por la caja: “Yo me imaginaba que habían gusanos”. Una niña no habló en toda la conversación. Casi siempre hablaba el mismo niño y niña. En un momento la facilitadora les explicó que en una de las cajas había carbón entonces un niño dijo: “no sé si es real pero creo que cuando pisas carbón te puedes encontrar un diamante”.
La facilitadora continuó con la siguiente pregunta: “¿Qué recuerdos se activaron?”. Algunos/as dijeron que recordaron el campo, otra niña se acordó de una actividad de Cecrea en la que su mamá le dio pasas y maní de colación. Otro niño dijo que recordó un paseo a Viña del Mar en el que fue a una cueva y había rocas. ¿Qué es para ustedes la naturaleza?”, volvió a preguntar la facilitadora. Una niña dijo que la naturaleza es vida, otra que es como un tesoro en un cofre, un niño dije que es un tesoro lleno de riquezas y vida, una niña agregó que es hermosa y un niño señala que “la naturaleza es la creación de Dios”.
Luego la facilitadora continuó: “¿qué nos entrega la naturaleza y qué le entregamos a ella?”. Una niña respondió que la naturaleza nos entrega amor y nosotros a ella dolor, otro niño dijo:
“La naturaleza nos entrega vida, hogar, almuerzo y nosotros le entregamos dolor, matamos la naturaleza y hacemos cosas malas”.
En general, los y las participantes tenían una visión muy positiva respecto a la naturaleza, su aporte, y su relación con ella. Asimismo, al conectarse con ella se activaron buenos recuerdos. No obstante, al reflexionar sobre la relación del ser humano con la naturaleza la mayoría de los comentarios fueron negativos y emergió una opinión crítica. Incluso, una niña finalizó diciendo que “la naturaleza nos entrega vida y nosotros a ella muerte”.
A esa altura comenzaron a impacientarse porque querían comer la colación o jugar. La facilitadora les indicó que haríamos una pausa para colación y repartió la comida. Cada participante se sentó en su silla a comer tranquilamente.
Luego, la facilitadora los invitó a crear un espacio o instalación sensorial donde pudieran expresar, esta vez sin palabras, la reflexión sostenida en la primera parte. La idea era utilizar los materiales disponibles, y con mucha imaginación expresar creativamente sus ideas. Así fue como, con la ayuda de la facilitadora, construyeron un bosque en llamas con los materiales disponibles y con otros que fueron recogiendo de la naturaleza, como hojas, ramas y piedras.
Cuando comenzaron a trabajar, cada uno/a tomó un cilindro de papel higiénico para pintarlo con tempera y transformarlo en un árbol. Mientras el grupo trabajaba conversaban sobre qué colores les gustaba, se daban ideas y compartían materiales. El grupo decidió que el cilindro más grande sería para hacer “el árbol madre”. En un momento las niñas estaban en el suelo pintando y los niños armando el bosque en la mesa. A medida que iban avanzando y terminando sus árboles los iban ubicando en la superficie de papel celofán verde que estaba sobre la mesa. Después comenzaron a recortar la cartulina para armar las llamas de fuego del incendio forestal. Todos/as estaban concentrados/as trabajando, preocupados de cada detalle.
En el grupo mediano, el foco de la reflexión se centró más bien en las preguntas sobre los recuerdos que les produjo el recorrido sensorial, qué es la naturaleza y qué podemos hacer por ella. Para comenzar, la facilitadora les preguntó: «¿al momento en que te vendaron los ojos, les dio curiosidad saber qué es lo que había?»
«A mí me dio miedo al principio, pero después ya no, cómo pensar: «el tío nos va a echar algo malo»
El relación al dispositivo sensorial que menos les gustó: «a mí el de la comida»; «a mí el tócame me dio miedo» (en alusión a una de las cajas); «me daba cosa tocar». Sin lugar a dudas, el dispositivo con menor adherencia fue la caja Tócame.
Con relación a la pregunta: «¿Qué nos da la naturaleza?», estas fueron las principales impresiones:
«La naturaleza nos sirve y nosotros le hemos hecho daño»
«Aire»
«Oxígeno»
«Tía, los árboles respiran el dióxido de carbono que nosotros botamos»
«Vegetales, frutas»
Posteriormente, la facilitadora los invitó a crear una instalación o recorrido sensorial donde pudieran expresar sus ideas sobre el tema. Al inicio de este ejercicio, plantearon construir un robot o una serpiente (con el fin de asustar a otros). Frente a esto se reforzó el sentido de construir algo vinculado a la naturaleza. No obstante, fue en esta etapa que llegaron las colaciones por tanto la atención se desvirtuó un poco. Finalmente construyeron dos dispositivos: una caja Tócame, pintada y preparada por ellos y un árbol reciclado con hojas de diario y ramas. El proceso de construcción estuvo más bien forzado en este grupo.
La maestranza en el caso del grupo más grande comenzó con un ejercicio de presentación que permitió conocer los intereses actuales de cada uno. Destacó, sobre todo, el gusto por la fotografía, tanto digital como análoga. Seguido de ello, las piedras y conchitas, por su forma y algunos recuerdos que se activaron, manifestándose también un interés por la naturaleza desde las ciencias. En ese minuto se repartieron las colaciones, la facilitadora realizó algunas preguntas a los y las participantes sobre su cotidianidad y les comentó qué se haría. Paulatinamente se fue generando un ambiente más relajado, adquiriendo confianza.
Respecto a sus apreciaciones sobre el recorrido sensorial del inicio de la Escucha, todos dijeron haberles gustado: «a mí me recordó el campo de mi abuela, donde había un castaño», dijo uno de los participantes.
La conversación comenzó a avanzar fluidamente, y tomaron la decisión en conjunto sobre anotar las reflexiones en un papelógrafo. Se les invitó a reflexionar sobre la pregunta central: «¿Qué hemos hecho los seres humanos con la naturaleza?»:
“Cemento”
“Basura”
“El cambio climático”
“Humo”
“La mayoría de los seres humanos piensan a corto plazo y por eso no ven el daño que se está provocando”
Hubo una reflexión interesante de un participante: “se hacen esfuerzos por reciclar, pero hay que tener ojo con qué empresa lo hace y verificar si lo hace realmente, porque hay algunas que terminan tirando el material reciclable igual a la basura”. Entre ellos fueron expresando sus opiniones y agregando otros aspectos:
“Se busca una solución al problema, en vez de no sólo generar menos basura”
«Sería bueno ser más radicales»
En todo este intercambio de opiniones, uno de los participantes se excluyó (niño en situación de discapacidad intelectual); sin embargo, mantuvo el respeto por sus compañeros/as, miró y escuchó todo lo que dijeron, integrándose a su modo.
Al momento de comenzar con la construcción del umbral o instalación sensorial que sería visitado por los otros grupos, los jóvenes quisieron ponerse de acuerdo sobre esta creación y salir a buscar materiales naturales.
Pre-diseñaron su trabajo; una de las niñas se motivó y fue a la pizarra a tomar nota de lo que se les iba ocurriendo, e hizo una especie de mapa conceptual. Luego de entusiasmarse con un ventilador que había en la sala, llegaron a la idea de trabajar una tormenta en sus distintas fases. Cabe notar que la chica que tomó la iniciativa de anotar en la pizarra también explicó posteriormente a la facilitadora la idea que desarrollaron, revelando atributos de liderazgo.
Los participantes se acercaron de inmediato al computador a buscar sonidos de tormenta, la que permaneció durante todo el proceso de creación. Entre ellos intercambiaron de manera más acabada la propuesta de cómo representar y qué materiales utilizar, decidiendo ocupar gran parte de la sala y muchos de los recursos que había en la misma: ventilador, proyector, parlantes, algunos materiales de librería (como el papel celofán) y material natural que recogerían del patio (hojas, ramas y flores, pero éstas últimas finalmente no las reunieron porque no había ninguna en el suelo o que estuviera cortada, y no quisieron extraerlas).
Se alistaron para salir rápidamente. Los participantes se mostraron estimulados por el entorno, observaron (con la vista principalmente), reconocieron algunas especies, se apreció que todos se concentraron y colaboraron activamente con la recolección. Una de las niñas hizo la observación de que “las hojas tienen tres colores” (por la estación, otoño). En otro momento, otra niña expresó a uno de sus compañeros: “Ay, me encantó esto, ¿no estay emocionado?”.
Al regresar a la sala, de forma espontánea se dividieron para hacer pruebas: lanzaron hojas en el ventilador para la entrada del recorrido, alegrándose al ver que funcionó. Otros estuvieron en el computador buscando más sonidos y una fotografía de tormenta. Por mientras, otros hablaban de celulares y se les ocurrió probar si funcionaba el papel celofán amarillo sobre la linterna de su equipo, simulando un sol. Esta idea, si bien funcionó, finalmente se desechó por la complejidad de la instalación. Seguido de eso, aprovecharon que había algunos materiales en el suelo y propusieron dejarlos, para que sus visitantes pisaran un suelo diferente. Además, dos personas a los costados moverían ramas y harían ruidos imitando la tormenta (frotando papel celofán). Todo esto, acompañado de sonido ambiental de tormenta. El recorrido terminaría con una proyección de un arcoíris en la pared.
En el momento de recorrer los umbrales los y las participantes fueron muy participativos. El grupo mayor se sentía muy orgulloso de su trabajo: «Yo encuentro que nos salió bacán», dijo una joven. Todos y todas recorrieron y vivenciaron los umbrales y dispositivos sensoriales con respeto. Cabe destacar que no se profundizó, ni hubo reflexiones en torno al recorrido.
Tercer Momento: el Consejo
Hacia el cierre de la Escucha, a los niños y niñas más pequeños se les invitó a reflexionar en post its. La pregunta fue: “¿y nosotros que podemos hacer para la protección del medioambiente, nuestras ciudades y hogares?”. Algunas respuestas fueron:
“No botar basura”
“No contaminar más”
“Reciclar”
Al grupo de edad media se le invitó a ver el cortometraje animado “Abuela Grillo” para luego reflexionar en torno a la pregunta “Y nosotros ¿Qué haremos?”. Fue así como anotaron sus compromisos con la naturaleza:
“No gastar el agua”
“No botar la basura al suelo”
“No botar botellas en la naturaleza”
“No matar animales”
“No fumar”
“No contaminar el agua”
“No sacar ramas de los árboles”
“No sobreexplotar la naturaleza”
El grupo más grande inició el Consejo con el video de Greta Thunberg, niña activista sueca por el medio ambiente. Algunas reflexiones en torno al video fueron:
“La niña es muy joven y tiene la personalidad y todo de generar un cambio”
“Esa frase hacia los adultos, ella quiere que se aterroricen frente a esta situación”
Con respecto a la movilización escolar, estaban sorprendidos:
“Tiene apoyo porque ella planteó su idea y se ve que hubo hartos niños que la acompañaron”
“Acá hay falta de cultura ecológica, porque, yo creo que, como en mi entorno, por ejemplo, si yo propusiera esa idea muy poca gente apoyaría, porque están preocupadas por otras cosas, creo que la gente actualmente es un poco egoísta en ese sentido, vive de la naturaleza pero no la respeta”.
A partir de la información que surgió en la Escucha Creativa y luego de realizar dos instancias de devolución de esta con niños, niñas y jóvenes, nos proponemos los siguientes desafíos: